Conocer idiomas es una cuestión básica para disfrutar de la vida al máximo. Es algo fundamental para conocer de primera mano todos los lugares que visitamos. Y es que no hay nada como viajar a otro país y tener la posibilidad de mezclarnos con la gente que es de allí y que nos puede contar de primera mano lo que ha sucedido en esa tierra, cuáles son las tradiciones típicas del lugar y qué podemos hacer para intentar disfrutar de nuestra visita. Y no cabe la menor duda de que lo mejor que nos puede pasar en un viaje de este tipo es que, además de eso, podamos hacer amigos.
En los párrafos que siguen, os voy a contar una experiencia personal que he podido ir experimentando con el paso del tiempo y que ha conectado el conocimiento de idiomas con una de mis grandes pasiones: el deporte. Creo que nunca hubiera disfrutado tanto del deporte en caso de no haberme desenvuelto en algún idioma más que el español. Es verdad que tenemos la suerte de que nuestro idioma es uno de los más hablados de todo el mundo y que podemos encontrarnos a personas de nuestro país o de Latinoamérica en prácticamente cualquier rincón del mundo, pero eso no quita que sea necesario aprender más lenguas.
Mis dos deportes preferidos de toda la vida han sido el fútbol y el rugby. Lo único en lo que se parecen estas dos disciplinas es en las medidas de la superficie en la que se desarrollan, pero no cabe la menor duda de que son deportes absolutamente diferentes. El rugby es mucho más duro que el fútbol, pero también es un deporte en el que son bastante más importantes los valores como el honor o la amistad. El país en el que los dos deportes se crearon y en el que estos dos juegos siguen teniendo una enorme importancia es Inglaterra… y por eso me alegro de haber aprendido inglés.
Ambos deportes ya me gustaban desde pequeño y la verdad es que siempre he tenido el sueño de visitar las tierras inglesas para poder disfrutar de ellos. Sin embargo, es verdad que mi nivel de inglés cuando terminé la ESO no era el mejor. Siempre tenía ese proyecto de visita para más adelante, para cuando tuviera trabajo y pudiera disponer de dinero para realizar viajes como de los que estoy contando. Así que, en cuanto encontré un empleo, me puse manos a la obra para intentar cumplir mi sueño.
Rápidamente, me di cuenta de que la experiencia podía ser más gratificante si conseguía ampliar mis conocimientos en inglés. Yo tenía la sensación de que me podría defender, pero me hacía falta mejorar mi nivel. Por tanto, lo que hice fue apostar por hacer un curso de inglés en el extranjero con CLS Idiomas. Mi destino fue Irlanda, país al que también acudiría años más tarde porque ya sabéis que es uno de los principales países en lo que tiene que ver con el rugby. El caso es que aprender inglés fuera de casa me permitió mejorar mi inglés y poder organizar un viaje por Inglaterra para disfrutar de mis deportes favoritos.
Cuando volví a España y sentí que esa mejora se había convertido en algo real, empecé a pensar en ese viaje que tanta ilusión me hacía desde hacía muchos años. Tuve que ahorrar algunos meses para disponer de la capacidad económica suficiente como para afrontarlo, pero la ilusión mueve montañas y conseguí hacerlo sin excesivas dificultades. Lo que tenía pensado era aprovechar el mes de vacaciones en mi empresa para visitar algunos de los templos más importantes del fútbol inglés y ver algún partido de la selección inglesa de rugby en Twickenham, la localidad en la que se encuentra el estadio en el que juega siempre esta selección.
El viaje fue espectacular, por supuesto. La primera ciudad que visité fue Liverpool. Visitar Anfield es algo que cualquier aficionado al fútbol debe hacer al menos una vez en la vida. No solo disponen de un palmarés increíble, sino que además también tienen una afición que es muy numerosa y animada. Cantar el mítico “You’ll never walk alone” fue algo que no voy a olvidar en ningún momento de lo que me resta de vida y poder ver a uno de los entrenadores que mejor me ha caído siempre, Jurgen Klopp, también ha sido algo espectacular.
También quise visitar Goodison Park, el campo del Everton, uno de los equipos más importantes históricamente de la Premier League. Goodison Park, como así se llama este estadio, va a ser derruido de cara a la próxima temporada y no podía dejar pasar la oportunidad de disfrutar al máximo de una experiencia como esta. En lugares así es donde se vive el mejor ambiente futbolero del mundo y eso, para mí, es algo que no se puede olvidar fácilmente.
Visité otras ciudades, por supuesto. Además de Twickenham, fui a Londres (que suele tener entre seis y siete equipos de la Premier League y alguno en el campeonato inglés de rugby), Manchester y Newcastle. Pude relacionarme con una enorme cantidad de gente que alucinaba en colores cuando les contaba mi historia y la verdad es que sentí que me entendían bastante bien (yo a ellos también, por cierto). Me sentí muy orgulloso de lo que había conseguido y de todo lo que estaba disfrutando. Pero el camino no podía detenerse ahí, claro.
No podía detenerse ahí porque quería visitar Irlanda de nuevo. Este país no tiene una liga de fútbol tan importante como la inglesa, pero sí que es una verdadera potencia en lo que tiene que ver con el rugby. Además, tiene una cultura que es increíble y que no podía dejar escapar la oportunidad de revivir una vez más. Lo que hice en Irlanda fue visitar el Aviva Stadium para disfrutar de un partido de la selección irlandesa de rugby en el Seis Naciones (competición que han ganado los dos últimos años, por cierto). Poder cantar “Soldier’s song” y “Ireland’s call” es algo que siempre podré contar y que es un premio absoluto a todo el esfuerzo que he hecho por conocer el idioma.
Por cierto, hice el viaje solo
A veces, tenemos la sensación de que necesitamos a alguien a nuestro lado para poder disfrutar de una experiencia como de la que estoy hablando. Y la verdad es que no tiene por qué ser así. Si tienes a alguien que comparta contigo la afición por estos deportes y que te quiera acompañar, perfecto. Pero si quieres hacer un viaje de este tipo y no tienes a nadie al lado, no dejes de tirar hacia delante. Se puede disfrutar mucho. Además, ir solo te obliga a relacionarte mucho más con la gente de los países que visitas y a hablar en el idioma local.
En mi caso, he tenido la oportunidad de conseguir muchas amistades con este viaje. Gente que comparte mi pasión por los dos deportes de los que he hablado y gracias a la que he podido conocer mucho más de cerca el deporte de Inglaterra e Irlanda. Ya he hablado con todas estas personas para que, en alguna ocasión, visiten España y les pueda devolver el favor de haberme presentado su tierra de la manera tan amable en la que lo hicieron.
Estoy seguro de que ha nacido una amistad muy bonita entre todos ellos y yo. Y eso es algo que a mí me viene de perlas para no dejar el inglés nunca de lado y para cultivar unas amistades gracias a las que seguramente voy a poder regresar a estos países más pronto que tarde. De hecho, alguno de mis nuevos amigos ya me ha dicho que ni se me ocurra reservar un hotel la próxima vez que le quiera visitar, que tengo plaza asegurada en su casa.
Estas son las cosas bonitas de la vida, ese tipo de historias que merece la pena contar y que me van a acompañar a lo largo de todo lo que me quede de existencia. La verdad es que estoy muy orgulloso de poder haber cumplido el sueño que tenía de pequeño y haber podido conocer a muy buena gente en el camino. Ojalá que haya muchas personas que también decidan seguir mis pasos porque la verdad es que merece y mucho la pena. Siempre tendré tiempo para recomendar este tipo de viajes.
Estoy pensando también en hacer algo parecido pero en otro lugar del mundo. Quizá me dé por aprender francés y acudir a Francia, que es uno de los países del mundo en los que el fútbol y el rugby son los dos deportes principales. Y estoy seguro de que la experiencia volverá a ser realmente buena. Ese es mi próximo objetivo y no quiero quitármelo de la cabeza hasta que lo vea cumplido. Estoy convencido de que lo haré y que será tan gratificante como ha sido el que os he contado.