Decidir si ponerse una ortodoncia o no puede ser un dilema. No es solo una cuestión de estética: también influye en la salud bucal, la comodidad y, claro, el presupuesto. Y para más inri, muchas veces, el miedo al dolor, al compromiso de tiempo o el precio hace que posterguemos la decisión. Sin embargo, entender bien los beneficios y los posibles inconvenientes puede ayudarte a tomar una decisión con seguridad.
Además, hoy en día existen múltiples opciones que se adaptan a diferentes necesidades y estilos de vida. De modo que, si estás en ese punto en el que no sabes si dar el paso o no, puedes empezar por leer este artículo en el que te contaré todo lo que necesitas para tomar una decisión informada.
¿Por qué deberías considerar ponerte una ortodoncia?
Muchas personas piensan en la ortodoncia solo como una manera de tener los dientes rectos y una sonrisa bonita, pero en realidad, hay mucho más detrás de eso. Para empezar, una mordida mal alineada puede provocar problemas a largo plazo, como desgastes irregulares en los dientes, dificultades para masticar y hasta dolores de cabeza o problemas en la articulación temporomandibular. Además, unos dientes apiñados pueden dificultar la limpieza, aumentando el riesgo de caries y enfermedades en las encías. También puede influir en la pronunciación de ciertas palabras y afectar la confianza en uno mismo.
En este contexto, la ortodoncia es la solución. Se encarga de corregir estos problemas, al mismo tiempo que ayuda a prevenir complicaciones futuras, evitando así la aplicación de tratamientos más complejos o caros a largo plazo.
¿Cómo es la experiencia de tener ortodoncia?
Saber cómo te cambia la vida y la rutina cuando llevas ortodoncia puede serte útil para tomar una decisión:
Al principio, cuando te ponen la ortodoncia o los alineadores, la sensación es extraña, como si tu boca estuviera ocupando más espacio del normal. Los primeros días pueden ser molestos, con algo de dolor, especialmente al masticar, porque los dientes empiezan a moverse. También es común que la ortodoncia roce las mejillas y la lengua hasta que te acostumbras, aunque la cera ortodóncica ayuda bastante. Si usas alineadores, la presión al ponértelos puede ser incómoda al principio y quitártelos te costará un poco al principio.
Luego, comer también es complicado: ciertos alimentos como las manzanas, los bocadillos o cualquier cosa dura pueden resultar difíciles de morder o incluso peligrosos para el aparato. Los primeros días es mejor comer cosas blandas como purés, yogur o tortillas hasta que la boca se acostumbre. Con alineadores, este problema es menor porque los puedes quitar para comer, pero eso también significa que tienes que cepillarte bien los dientes antes de volver a ponértelos, lo que puede hacer que picar entre horas sea más complicado.
Por otro lado, la higiene se vuelve un factor determinante durante el tratamiento. Con ortodoncia, la comida se queda atrapada entre los alambres y hace falta más tiempo para limpiarlos bien con cepillos interdentales, hilo dental y enjuague. Con alineadores, aunque no hay alambres, también es importante mantener una limpieza constante, porque cualquier resto de comida atrapado puede provocar caries o mal aliento.
Asimismo, cada vez que el dentista te ajusta la ortodoncia o cambias de alineadores, es normal sentir presión y algo de dolor durante un par de días. Esto significa que los dientes siguen moviéndose y avanzando en el tratamiento, así que, aunque molesto, es una buena señal. Sin embargo, a pesar de las molestias, los cuidados extra y los momentos de dolor, la ortodoncia merece la pena. Con el tiempo, verás cómo tus dientes se ponen rectos y tu sonrisa mejora, lo que puede aumentar mucho la confianza en ti mismo.
Tipos de ortodoncia y sus pros y contras.
La ortodoncia dental es un tratamiento lleno de ventajas para nuestra salud bucal, y según nos indican los profesionales de la Clinica Dental Santé, existen varios tipos de ortodoncias, destacando entre ellas el modelo más actual y demandado: la ortodoncia invisible.
Como es importante conocer las opciones antes de decidirse, allá vamos:
- Ortodoncia invisible: Este tipo de ortodoncia se compone de placas transparentes removibles que se cambian periódicamente. Es muy cómoda y discreta, pero requiere disciplina para usarla al menos 22 horas al día y pueden ser más cara que la ortodoncia tradicional. Además, la efectividad depende del compromiso del paciente, ya que, si no se usa correctamente, el tratamiento puede prolongarse.
- Brackets metálicos: Son los más comunes y económicos. Funcionan bien para casos complicados, pero son más visibles y pueden resultar incómodos al principio. Son resistentes y eficaces, pero requieren una higiene rigurosa para evitar acumulación de placa y posibles caries.
- Brackets estéticos: Funcionan igual que los metálicos, pero son de cerámica o zafiro, lo que los hace menos visibles. La desventaja es que pueden mancharse con ciertos alimentos y bebidas. Aunque son más discretos, pueden ser más frágiles y caros que los metálicos.
- Ortodoncia lingual: Se colocan en la parte interna de los dientes, haciéndolos invisibles desde fuera. Sin embargo, son más caros y pueden resultar molestos para la lengua. Este tipo de ortodoncia requiere un periodo de adaptación más largo y puede generar algunas dificultades en la dicción.
¿Realmente lo necesitas?
Si tu problema es solo estético y no te molesta demasiado, quizás podrías vivir sin ortodoncia. Pero si tienes dificultades al morder, problemas de encías o te incomoda la apariencia de tus dientes, entonces podría ser una buena inversión en tu salud y confianza. Consultar a un dentista es clave para evaluar tu situación específica. También es importante considerar el impacto emocional que puede tener en tu vida diaria. Muchas personas experimentan un aumento en la autoestima después de corregir su sonrisa, lo que puede reflejarse en una actitud más positiva en lo social y lo profesional. Además, corregir problemas de mordida puede evitar dolores de cabeza, tensión en la mandíbula y hasta problemas digestivos y de la espalda, ya que una masticación inadecuada afecta la digestión.
¿Es la edad, realmente un problema para la ortodoncia?
La edad no es un problema, aunque sí puede influir en ciertos aspectos del tratamiento; cuando eres más joven, los dientes se mueven con más facilidad porque los huesos aún están en desarrollo. En cambio, en la adultez, los huesos ya están más densos, por lo que el proceso puede tardar un poco más. Sin embargo, con las técnicas actuales, la diferencia no es tan grande como se cree.
Lo que sí puede cambiar es el estado de la boca. Con el paso del tiempo, algunas personas presentan encías retraídas, desgaste dental o incluso pérdida ósea, lo que puede exigir ciertos cuidados previos antes de empezar el tratamiento. Si hay implantes o coronas, el dentista deberá planificar los movimientos con más precisión, pero esto no significa que no se pueda conseguir un buen resultado.
Más allá de la estética, tener los dientes bien alineados mejora la salud bucodental y evita problemas como el desgaste irregular o los dolores de mandíbula, y por ello, la edad nunca debería ser un impedimento para sentirse mejor con uno mismo.
Lo que nadie te dice sobre llevar ortodoncia.
Antes de lanzarte, hay cinco puntos que te conviene conocer:
- Al principio puede ser molesto: los primeros días pueden ser dolorosos o molestos. La adaptación varía de persona a persona, pero en la mayoría de los casos, las molestias desaparecen en una o dos semanas.
- Tendrás que cambiar algunos hábitos: ciertos alimentos duros o pegajosos pueden dañar la ortodoncia. Además, con alineadores deberás cepillarte los dientes cada vez que comas, y tendrás que evitar alimentos como caramelos duros, frutos secos enteros y chicles para evitar accidentes.
- Las visitas al dentista son frecuentes: tendrás que acudir regularmente a ajustes y revisiones. Dependiendo del tipo de ortodoncia, podrías necesitar visitas cada 4 a 8 semanas.
- El proceso puede durar años: dependiendo del caso, podría llevar desde unos meses hasta 3 o 4 años. La duración exacta dependerá de la complejidad del caso y de tu colaboración con las indicaciones del dentista.
- El retenedor es para siempre: tras la ortodoncia, deberás usar un retenedor para mantener los resultados y evitar que los dientes vuelvan a su posición anterior. No seguir este paso puede hacer que todo el esfuerzo y dinero invertido se pierda.
El factor económico.
La ortodoncia no es barata, pero piensa en ella como una inversión a largo plazo. Los precios suelen rondar entre 2.000 y 5.000 euros, eso sí: algunas clínicas ofrecen financiación, así que aún puede ser accesible. Además, muchas aseguradoras dentales cubren parte del tratamiento, por lo que vale la pena investigar opciones de cobertura. Asimismo, es importante considerar los gastos adicionales, como revisiones, emergencias o reemplazos de retenedores.
Entonces, ¿vale la pena?
Si te preocupa tu salud bucal o simplemente quieres mejorar tu sonrisa, la ortodoncia puede ser una gran opción. Es un compromiso de tiempo, dinero y paciencia, pero los beneficios pueden durar toda la vida. Si sigues dudando, lo mejor es acudir a un profesional para que valore tu caso y te ayude a decidir. Además, recuerda que el proceso no es solo estético: es algo que impacta en la salud general de tu boca.
Corregir la alineación de los dientes puede prevenir futuros problemas dentales, mejorar la función de la mordida y hacer que te sientas más seguro en tu día a día.